Isaías
Capítulo 24:1-13
1 Miren, el Señor arrasa la tierra y la deja desierta,
trastorna su faz y dispersa a sus habitantes.
2 Correrán la misma suerte
tanto el pueblo como el sacerdote,
el esclavo como su señor,
la esclava como su señora,
el comprador como el vendedor,
el que pide prestado como el que presta,
el acreedor como el deudor.
3 La tierra es arrasada, sí, arrasada,
saqueada por completo,
porque el Señor ha pronunciado esta palabra.
4 La tierra está de duelo, desfallece,
el mundo se marchita,
desfallecen las alturas junto con la tierra.
5 La tierra está profanada
bajo los pies de los que la habitan,
porque ellos violaron las leyes,
transgredieron los preceptos,
rompieron la alianza eterna.
6 Por eso la Maldición devora la tierra
y sus habitantes soportan la pena;
por eso se consumen los habitantes de la tierra
y no quedan más que unos pocos.
La ciudad desolada
7 El vino nuevo está de duelo,
la viña desfallece,
gimen los que estaban alegres.
8 Cesó la alegría de los tamboriles,
se acabó el tumultode los que se divierten,
cesó la alegría de las cítaras.
9 Ya no se bebe vino entre canciones,
el licor es amargo para el que lo bebe.
10 Se ha derrumbado la ciudad del caos,
está cerrada la entrada de todas las casas.
11 Se pide vino a gritos por las calles,
se ha apagado toda alegría,
ha sido desterrada la alegría del país.
12 No queda más que desolación en la ciudad,
la puerta ha sido rota a pedazos.
La salvación de un resto
13 Sí, en medio de la tierra,entre las naciones,
sucederá lo que pasa con el olivo,
cuando se bajan a golpes las aceitunas,
o cuando todavía quedan unos racimos,
una vez acabada la vendimia.
Epístola a los Efesios
Capítulo 5:15-33
15 Así pues, mirad atentamente cómo vivís; que no sea como imprudentes, sino como prudentes; 16 aprovechando bien el tiempo presente, porque los días son malos.
17 Por tanto, no seáis insensatos, sino comprended cuál es la voluntad de Señor.
18 No os embriaguéis con vino, que es causa de libertinaje; llenaos más bien del Espíritu.
19 Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor, 20 dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
21 Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo.
22 Las mujeres a sus maridos, como al Señor, 23 porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo.
24 Así como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo.
25 Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, 27 y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada.
28 Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo.
29 Porque nadie aborreció jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia, 30pues somos miembros de su Cuerpo.
31 Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne.
32 Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia.
33 En todo caso, en cuanto a vosotros, que cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer, que respete al marido.
Evangelio según San Lucas
Capítulo 8:49-57
49 Estaba todavía hablando, cuando uno de casa del jefe de la sinagoga llega diciendo: "Tu hija está muerta. No molestes ya al Maestro."
50 Jesús, que lo oyó, le dijo: "No temas; solamente ten fe y se salvará."
51 Al llegar a la casa, no permitió entrar con él más que a Pedro, Juan y Santiago, al padre y a la madre de la niña.
52 Todos la lloraban y se lamentaban, pero él dijo: "No lloréis, no ha muerto; está dormida."
53 Y se burlaban de él, pues sabían que estaba muerta.
54 El, tomándola de la mano, dijo en voz alta: "Niña, levántate."
55 Retornó el espíritu a ella, y al punto se levantó; y él mandó que le dieran a ella de comer.
56 Sus padres quedaron estupefactos, y él les ordenó que a nadie dijeran lo que había pasado.