Isaías
Capítulo 36.1-9
1 El decimocuarto año del rey Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá y se apoderó de ellas.
2 Desde Laquis, el rey de Asiria envió a Jerusalén, donde estaba Ezequías, al copero mayor acompañado de una fuerte escolta. Este se apostó junto al canal de la piscina superior, sobre la senda del campo del Tintorero.
3 Eliaquím, hijo de Jilquías, el mayordomo de palacio, salió a su encuentro, con Sebná, el secretario, y Joaj, hijo de Asaf, el archivista.
4 El copero mayor les dijo: "Digan a Ezequías: Así habla el gran rey, el rey de Asiria: ¿Qué motivo tienes para estar tan confiado?
5 ¿Piensas que la estrategia y la valentía para el combate son cuestión de palabras? ¿En quién confías para rebelarte contra mí?
6 ¡Ah, sí! Tú confías en el apoyo de esa caña quebrada, en Egipto, que perfora y atraviesa la mano de todo el que se apoya en él. Eso es el Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él.
7 Seguramente, tú me dirás: Nosotros confiamos en el Señor, nuestro Dios. Pero ¿no fue acaso Ezequías el que suprimió todos los lugares altos y los altares dedicados a él, diciendo a la gente de Judá y de Jerusalén: ‘Sólo delante de este altar, ustedes deberán postrarse?’.
8 ¡Y bien! Haz una apuesta con mi señor, el rey de Asiria: ¡Yo te daré dos mil caballos, si puedes conseguir bastantes hombres para montarlos!
9 ¿Cómo harías retroceder a uno solo de los más insignificantes servidores de mi señor? ¡Pero tú confías en Egipto para tener carros de guerra y soldados!
Primera Epístola a los Tesalonicences
Capítulo 1:1-10
1 Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros gracia y paz.
2 En todo momento damos gracia a Dios por todos vosotros, recordándoos sin cesar en nuestras oraciones.
3 Tenemos presente ante nuestro Dios y Padre la obra de vuestra fe, los trabajos de vuestra caridad, y la tenacidad de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor.
4 Conocemos, hermanos queridos de Dios, vuestra elección; 5 ya que os fue predicado nuestro Evangelio no sólo con palabras sino también con poder y con el Espíritu Santo, con plena persuasión. Sabéis cómo nos portamos entre vosotros en atención a vosotros.
6 Por vuestra parte, os hicisteis imitadores nuestros y del Señor, abrazando la Palabra con gozo del Espíritu Santo en medio de muchas tribulaciones.
7 De esta manera os habéis convertido en modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.
8 Partiendo de vosotros, en efecto, ha resonado la Palabra del Señor y vuestra fe en Dios se ha difundido no sólo en Macedonia y en Acaya, sino por todas partes, de manera que nada nos queda por decir.
9 Ellos mismos cuentan de nosotros cuál fue nuestra entrada a vosotros, y cómo os convertisteis a Dios, tras haber abandonado los ídolos, para servir a Dios vivo y verdadero, 10 y esperar así a su Hijo Jesús que ha de venir de los cielos, a quien resucitó de entre los muertos y que nos salva de la Cólera venidera.
Evangelio según San Lucas
Capítulo 12:13-31
13 Uno de la gente le dijo: "Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo."
14 El le respondió: "¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?"
15 Y les dijo: "Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes."
16 Les dijo una parábola: "Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; 17 y pensaba entre sí, diciendo: "¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?"
18 Y dijo: "Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes,
19 y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea."
20 Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?"
21 Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios."
22 Dijo a sus discípulos: "Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis: 23 porque la vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido; 24 fijaos en los cuervos: ni siembran, ni cosechan; no tienen bodega ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!
25 Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un codo a la medida de su vida?
26 Si, pues, no sois capaces ni de lo más pequeño, ¿por qué preocuparos de lo demás?
27 Fijaos en los lirios, cómo ni hilan ni tejen. Pero yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos.
28 Pues si a la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno, Dios así la viste ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe!
29 Así pues, vosotros no andéis buscando qué comer ni qué beber, y no estéis inquietos.
30 Que por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro Padre que tenéis la necesidad de eso.
31 Buscad más bien su Reino, y esas cosas se os darán por añadidura.
Introducción
En el transcurso de la historia siempre ha habido un afán por la obtención de riquezas materiales, no importa la época, las costumbres, la clase social, la región, y todo puede estar influenciado por el enorme deseo del corazón del hombre de tener un bienestar físico y espiritual para sentirse con estabilidad para la vida. Las implicaciones para obtener las riquezas materiales, pueden pasar por preparación, educación, gran entusiasmo, decepción, un intento por hacer las cosas mejor, buscar ayuda en otras personas que son “exitosas”, porque el obtener cierta estabilidad económica pudiera dar la sensación de confianza en lo que hemos logrado.
El decir que la verdadera bendición de Dios es la abundancia de los bienes materiales, está lejos de las enseñanzas de Jesús cuando estuvo aquí en la tierra en forma corporal, Él nos hizo varios llamados de advertencia sobre el tema, muy a pesar que con el pasar del tiempo, esta enseñanza se ha tergiversado con tanta fuerza que ha afectado sustancialmente la vida de muchos cristianos al estar confundidos o momentáneamente se desvían de lo que realmente significa la verdadera riqueza. No podemos perder de vista lo que dice en Jeremías 17:9 “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”, pues si no tenemos claro esto en nuestra mente fácilmente comenzamos a confiar en el corazón, y finalmente nos sentimos tan vacío, ya que seguimos buscando y buscando, y no hallamos lo que realmente necesita nuestra alma.
En este ensayo trataremos sobre lo que significa la verdadera riqueza para nuestras vidas, nuestro tesoro más preciado, de igual forma miraremos las implicaciones que trae para el hombre estar bajo el dominio del pecado de la avaricia.
Interpretación-¿Que significa el pasaje en su contexto histórico Original?
Jesús estaba enseñando a los oyentes, que no colocaran la mirada en las cosas terrenales. Que la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee, y se referencia a la avaricia. La avaricia en el griego es “pleonexia”, y significa deseo de tener más y más con respecto a la malo. El corazón del hombre se había desviado a confiar en sus riquezas terrenales, también los vemos Mateo 6:24, cuando Jesús dice: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”, en el original la palabra riqueza se refiere a la palabra Mamón, y significa confiar en el dios de las riquezas, y hace alusión a poner la confianza en las riquezas materiales, por lo tanto dice la cita que no podemos amar a Dios y a Mamón, ya que aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro, es decir, son excluyentes, no se puede tener a Dios, y a Mamón al tiempo.
¿Dónde está mi corazón?
La escritura nos dice Mateo 6:19-21 que: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. Ya que el ser humano nace con la naturaleza pecaminosa, ya que su propia concupiscencia lo lleva a tener la mente puesta en lo que necesita su carne para sentirse “bien” o a “gusto”, lo cual termina en corrupción y muerte.
El cristiano para llevar una vida piadosa no puede hacerlo con su propio esfuerzo, necesita de Dios, ya que del corazón del hombre salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias (Mateo 15:19), por lo tanto no basta con tener buenas intenciones o un deseo efímero de cambiar con nuestros fuerzas, debemos llegar al quebrantamiento. Es importante que el Espíritu Santo comience a santificar la vida del creyente, creciendo en la gracia del Señor Jesús, y dar los frutos que realmente le agradan a Dios. Es fácil para el hombre desviarse en el camino, pues está muy pendiente de las cosas materiales de este mundo, pero cuando hay una profunda pasión de humillarse ante su presencia, todo lo que distrae nuestra atención al Señor, comienza a ser basura, ya que Jesús comienza a ser el tesoro más preciado del creyente.
Cada día debemos anhelar su presencia, pues Dios nos ayuda seguir a la meta, a tener la mirada puesta en el galardón en los cielos, despojándonos de todo peso del pecado que nos asedia, y no sentirnos culpables, pues al ser justificados por medio de la fe en nuestro Señor Jesucristo, somos declarados justos ante Dios, pero viviremos por fe, y no vivir atado a los recuerdos de nuestra vida cuando vivíamos en los deleites del mundo. Debemos reflexionar en nuestro corazón que somos una nueva criatura, y para ello necesitamos de la ayuda de nuestro Dios por medio de su Santo Espíritu.
El anhelar el gozo en nuestro Señor Jesucristo hace que Dios se goce en esa posición del corazón del hombre, ya que en medio de las dificultades, las cuales prueban nuestro carácter nos ayudan a confiar más en Dios, y no en nuestras capacidades intelectuales.
¿Estoy dispuesto a compartir mis bienes para la gloria de Dios?
En varias citas en la Biblia se nos llama como cristianos a compartir nuestros bienes, es más cuando Juan El Bautista las multitudes le preguntaban, ¿Qué dices pues que hagamos?, y dice “El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo”, ya Juan estaba preparando el camino para las enseñanzas de Jesús, pues no podemos amar a Dios y no amar a nuestro prójimo. Esto es precisamente lo que la Biblia nos llama hacer con nuestros hermanos en Cristo, como dice en Santiago “Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras”, pues no podemos decir que amamos a Dios y no guardamos su palabra, porque el que ama a Dios cumple sus mandamientos. No basta solo con creer, pues los demonios también creen en Dios y le temen(Santiago 2:19), pero que no hacen los demonios, ayudar a los necesitado, y hacerlo con amor, pues existe una cita en los corintios en la cual se puede entregar todos los bienes, y ser quemado vivo, y no tener amor, y se encuentra en 1ra Corintios 13:3, y dice : “Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”.
Dios quiere que glorifiquemos su santo nombre, y cuando tu ayudas a un hermano necesitado con amor, estas guardando su palabra, y Dios se pone gozoso de ese acto de confianza en Dios. Si comenzamos ayudar a las personas necesitadas simplemente para que nos vean en la iglesia y dar la apariencia de piedad, perdemos el tiempo. Necesitamos de Dios para que nos llene de su amor, porque el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; y no podemos llegar a este punto solo con nuestros propios esfuerzo y sabiduría.
El quebrantamiento de nuestra alma a Dios, nos ayuda a que podamos orar por los hermanos necesitados, y amarlos de verdad, y perder de vista que si ayudamos a los hermanos, Dios tiene la obligación de bendecirnos económicamente, porque en otras palabras yo le hice un favor a Dios, pues no, no debemos pensar de esta manera, ya que el conocer a Dios ha sido por su inmensa misericordia y gracia soberana, y no porque merecemos las cosas por nuestra vida de aparente rectitud.
Propósito
Que nuestro propósito para este día sea estar invariablemente unido a Cristo, a Dios. Que ante los éxitos de hoy sigamos unidos y confiados en Cristo de la misma manera que si recibimos desilusiones y fracasos.
Diálogo con Cristo
Líbrame, Señor, de las tentaciones; no permitas que edifique mi vida sobre las arenas movedizas de lo superficial y de lo aparente. Ayúdame a amarte por encima de todo. Sé Tú mi único tesoro, el verdadero sostén y el apoyo más firme de mi vida.