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ԾԱՆՕԹՈՒԹԻՒՆՆԵՐ - Սոցիալներ
Lectura Bíblica [5/10/2014]
Աւետարան ըստ Մարկոսի Գլուխ 11: 27-33 Դարձեալ Երուսաղէմ եկան. եւ մինչ նա այնտեղ, տաճարում շրջում էր, նրա մօտ եկան քահանայապետները, օրէնսգէտները եւ ծերերը ու ասացին նրան. «Ի՞նչ իշխանութեամբ ես դու այդ անում, եւ ո՞վ տուեց քեզ այդ իշխանութիւնը»: Յիսուս պատասխան տուեց եւ ասաց նրանց. «Ես էլ ձե՛զ մի բան հարցնեմ, պատասխանեցէ՛ք ինձ, եւ ես ձեզ կ՚ասեմ, թէ ինչ իշխանութեամբ եմ այս անում: Յովհաննէսի մկրտութիւնը երկնքի՞ց էր, թէ՞՝ մարդկանցից. պատասխանեցէ՛ք ինձ»: Նրանք իրար միջեւ խորհում էին ու ասում. «Եթէ ասենք՝ երկնքից, մեզ կ՚ասի՝ իսկ ինչո՞ւ նրան չհաւատացիք, իսկ եթէ ասենք՝ մարդկանցից, ժողովրդից ենք վախենում». որովհետեւ բոլորը գիտէին, թէ Յովհաննէսը մարգարէ էր: Պատասխան տուեցին եւ Յիսուսին ասացին՝ չգիտենք. եւ Յիսուս նրանց պատասխանեց ու ասաց. «Ես էլ ձե՛զ չեմ ասի, թէ ինչ իշխանութեամբ եմ այս անում»: Evangelio según San Marcos Capítulo 11:27-33 27 Y llegaron de nuevo a Jerusalén. Mientras Jesús caminaba por el Templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercaron a él 28 y le dijeron: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad para hacerlo?". 29 Jesús les respondió: "Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. 30 Díganme: el bautismo de Juan, ¿venía del cielo o de los hombres?". 31 Ellos se hacían este razonamiento: "Si contestamos: "Del cielo", él nos dirá: "¿Por qué no creyeron en él?". 32 ¿Diremos entonces: "De los hombres"?". Pero como temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan había sido realmente un profeta, 33 respondieron a Jesús: "No sabemos". Y él les respondió: "Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas". Reflexión: Mc 11, 27-33 Una lección muy clara de aquél dicho popular, que “no hay peor sordo que el que no quiere oír”. Es que muchas veces queremos disfrazar la verdad, queremos que las cosas sean como nos gustaría o como estamos dispuestos a aceptar que sean, porque no estamos dispuestos a ceder ni a aceptar que pueden ser y son distintas a lo que más nos agrada o acomoda. Nos cuesta ceder un centímetro de nuestro poder, de nuestro orgullo, de nuestra posición. Más allá de la razón, muchas veces es solo una cuestión de prevalencia: por qué voy a ceder yo…que seda él o ella. En el fondo, es soberbia, orgullo, falta de humildad. Pocas cosas son peor que la hipocresía, que el engaño, que el pretender siempre salirnos con la nuestra en base a una treta. Y esas cosas no van con Jesús. A Él le tienen sin cuidado porque es de ilusos pretender engañarlo, mucho más que engañarnos a nosotros mismos. Ocurre muchas veces que solo estamos dispuestos a oir, a prestar atención y a creer aquello que corresponde con lo que queremos o lo que creemos que nos conviene. Con tal de defender nuestra posición somos capaces de crear todo un complejo sistema de “verdades a medias” que justifiquen nuestro proceder. Pero este se desmorona como un castillo de naipes, a penas sacas la carta que mantiene todo en un equilibrio artificial.…¿ quién te ha dado tal autoridad para hacerlo? El seguimiento de Jesús no tiene nada que ver con armar un tinglado de mentiras, verdades a medias o relativas. La fe en Cristo se sostiene sobre la Verdad absoluta. Por eso es que Cristo nos dice yo soy la Verdad y la Vida. Nadie más que Él puede hablar de este modo categórico. Es por eso que vale la pena detenerse a reflexionar, a meditar lo que nos dice, dejándonos iluminar con su luz, que nos muestra el Camino. En cuanto ponemos en duda su palabra, nos desviamos y empezamos a afirmar con nuestros actos que no creemos en Él, que no es suficiente o que solo creemos aquello que no nos incomoda, aquello que hemos seleccionado, entonces nos erigimos en jueces de Dios, con la pretensión de enmendar sus enseñanzas y escoger lo que nos gusta y conviene. Entonces ponemos en duda sus mandatos, su sabiduría y el único Camino que Él nos señala. Llegados a ese punto, habría que preguntarnos si tenemos o no tenemos fe. .…¿ quién te ha dado tal autoridad para haerlo? La fe, como hemos venido reflexionando y compartiendo los últimos días, no puede ser antojadiza, ambigua o solo en parte. Ya lo dice el Señor: el que no recoge, desparrama. Estamos con Él o estamos contra Él. No hay términos medios, por más que muchos digan lo contrario y traten de justificar un camino intermedio, una tercera vía. A la larga o a la corta esta tercera vía terminará conduciéndonos a un puerto errado e incluso irreconciliable con la Gracia Divina. Así que debemos estar atentos, para no caer en la tentación de los sumos sacerdotes, escribas y fariseos, que quieren oir salir de los labios de Jesús palabras que nos los incomoden y que no los obligue –por lo tanto-, a condenar a Jesús. Quisieran estar bien con todos, con el pueblo, con Dios, con los romanos y con Jesús, todo lo cual no es posible. De allí la respuesta de Jesús. Si no son capaces de reconocer la verdad, de ser sinceros y confesar lo que realmente les incomoda, ¿por qué esperan que Jesús les diga algo en lo que finalmente terminaran declarándose incapaces de creer, dado que de hacerlo se estarían condenando a sí mismos? .…¿ quién te ha dado tal autoridad para hacerlo? Hoy como en los tiempos de Cristo, muchas personas acuden a los pastores de Dios, a los mensajeros de Dios. Juan era un hombre santo y la gente se acercaba a él no sólo por su persona sino sobre todo porque era un ministro de Dios. La gente no venía por Juan sino por el bautismo que recibían. Necesitamos una mayor visión de fe para acercarnos a los sacramentos sin cuestionarnos tanto; la lógica humana nunca nos dará todas las respuestas. Más si somos consientes que el poder viene de lo alto, ni siquiera nos fijaremos en el ministro sino que estaremos conectados con Dios, enfocados en recibir las gracias que recibimos en cada sacramento. Algunas preguntas * El Señor me enseña que su autoridad, también en lo que a mí se refiere, no es un dominio, ni una fuerza opresiva, sino amor, capacidad de asemejarse, de hacerse cercano. ¿Deseo acoger esta autoridad de Jesús en mi vida, entrar de verdad en esta relación de hacerme igual a Él? ¿Estoy dispuesto a dar los pasos que esta elección pide? ¿Estoy decidido a seguir hasta el fondo este recorrido? * Al considerar el pasaje de este Evangelio, tal vez no sospechaba que me llevaría a considerar la relación con el pasaje del Bautismo y con la experiencia fundamental y motora del trato con Dios Padre. Sin embargo, el Señor ha querido revelarme una vez más su gran amor; él no se echa atrás ante ningún cansancio, ante ningún obstáculo, con tal de alcanzarme. ¿Cómo está, sin embargo, en este momento, ante Él mi corazón? ¿Distingo la voz del Padre que me habla y me llama “hijo”, mientras pronuncia mi nombre? ¿Consigo acoger esta declaración de amor suya? ¿Me fío de Él, lo creo, me entrego a Él? ¿Elijo el Cielo, o sigo eligiendo la tierra? * Pienso que no debo acabar esta meditación sin dar mi respuesta. Jesús me lo pide expresamente: su “Respondedme” hoy va dirigido también a mí. He aprendido que no puede haber una verdadera respuesta sin una verdadera escucha, y que la verdadera escucha sólo puede nacer de la humildad… ¿Deseo dar estos pasos? ¿Deseo, por el contrario, seguir respondiendo guiado sólo por mis convicciones, por mis viejas maneras de pensar y de sentir, por mi presunción y autosuficiencia? * Una cuestión final. Al mirar mi corazón por dentro, ¿me veo también yo algo dividido, como los adversarios de Jesús? ¿Llevo en mí alguna herida que me atraviesa y no me permite ser cristiano de una pieza, amigo de Cristo, seguidor suyo?
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